Presidente Léon Verhelst

Sus colegas de la época describen a Léon Verhelst como un hombre modesto, sin intrigas ni rodeos. Tomaba decisiones y actuaba en nombre de miles de personas, con la principal preocupación de servirles. No le gustaban mucho los coches y prefería desplazarse en tranvía. En lugar de ir al restaurante, al mediodía se le podía encontrar en la oficina con su fiambrera y una botella de cerveza de mesa.

Sus alumnos, sus compañeros y sus familiares quedaron impresionados por su justicia, su grandeza y su capacidad para sacar lo mejor de cada uno. Lo describen como un auténtico «ministro»: si olvidamos por un momento el significado político y volvemos al origen latino de la palabra: un servidor humilde.

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